Esta semana en el blog os vamos a acercar un poquito el mundo de la alfarería artesanal. Hace unos días terminamos un curso de alfarería que impartía la Escuela de Cerámica de Avilés, cuyo objetivo era profundizar en las formas de la cerámica tradicional de Miranda (uno de los focos alfareros más importantes de Asturias).
En principio todo esto parece que está un poco alejado de lo que nos gusta y de lo que hacemos… pero nada más lejos de la realidad. Nos encanta la cerámica y la alfarería tradicional y creemos, sobre todo, que es fundamental investigar y proteger esa parte de nuestro patrimonio que a veces se deja un poco de lado. Seguro que a lo largo de este post vais a ver piezas que os van a sorprender.
La excursión fue a Faro (un pueblo que está bastante cerquita de Oviedo), uno de los núcleos alfareros de Asturias junto a Miranda y Llamas del Mouro. Se trata de un pueblo conocido precisamente por su pasado alfarero y donde hace algunos años la mayoría de las casas poseían hornos y vivían de la fabricación de todo tipo de objetos de barro. Las características fundamentales de la cerámica de Faro son su esmalte blanco (en la zona Norte la mayoría de la cerámica es negra debido al tipo de cocción y no suele llevar esmalte) y algunas formas y motivos decorativos muy llamativos como la páxara (una forma entre un pájaro y un pez que parece ser un símbolo relacionado con la fertilidad).
Las piezas más soprendentes y representativas de Faro son sin duda el gallo y la gallina. Se trata de unos botijos que parecen más propios de un museo surrealista que de un alfar asturiano, pero ahí están, entre jarras de sidra, escudilles y platos… ¡a nosotras nos tienen enamoradas!
Siempre es una gozada visitar talleres, pero estar en uno con tanta historia como este y acompañados por un alfarero con más de 40 años de experiencia es todo un lujo. Selito, así es como se llama nuestro anfitrión, nos habló de la historia, de porqué él se hizo alfarero y cómo, junto a su padre, recuperó formas y técnicas perdidas de la cerámica de su pueblo. En su taller guarda un montón de tesoros muchos de ellos propios pero también unos cuántos ajenos (tiene una colección de cerámica del mundo llena de objetos curiosos con piezas de los rincones más insospechados).
Después de tantos años Selito sigue luchando por mantener viva una tradición que parecía perdida, nosotras esperamos que sus planes vayan viento en popa y que podamos contaros muy pronto novedades sobre la cerámica de Faro, su difusión y su aprendizaje.